sábado, 14 de febrero de 2009

0 Cuentos de la frontera 2

La versión

Ya te digo, muchacho. El chico entró con lo de la cabeza. Que la habían encontrado en un basurero. La cabeza, sí. En una de esas bolsas con el logotipo de su carnicería. Llenita de gusanos, ya ves, tras siete días...Y muchos, qué digo, todos respiramos mejor. Unos que andaban recogiendo cartones... Sí. Menudo susto se debieron llevar. Pero a nadie le extrañó. El muy cabrón nos había puesto a todos los cuernos, coño. A todos, incluso a los casados. Se lo merecía, y eso que jugaba bien al billar. Que pienso que no estuvo bien, aunque se lo estaba buscando, el muy capullo. El chico dijo lo de la cabeza y que la pasma ya andaba corriendo. Tan corriendo que al momento entró Gómez. El teniente Gómez. El de homicidios. Que si os la habéis buscado, que si os voy a apretar, uno a uno, hasta que lo escupáis todo. Os habéis pasado y esta vez os empapelo, por estas que toditos me la vais a cantar. Imagínate. Y ya se nos empezaba a poner frío el asiento cuando le oímos. Como siempre. Cantando el guantanamera. El guantanamera, sí. Y qué cara la del teniente Gómez. De foto, muchacho. De foto. Mirándole y calladito y a ver lo que el carnicero nos contaba. Y vamos que contó. Que se largó al puerto a por unos encargos, no sé, algo de pimentón español, para los chorizos. Que llevaba una semana con una puertorriqueña culona. Sin salir del hotel. Los hay con suerte. Y qué contento el de todos, oye, qué contento. Y vaya qué abrazos. Y el muy idiota se sonreía y sin saber por qué. No tenía ni idea el tío. Ni idea, muchacho. ¿Y lo del muerto? ¿Qué muerto? Ah, el de la cabeza. No. No sé. Habrá que irle a preguntar a Gómez.

urceloy / febrero 2009

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