martes, 31 de agosto de 2010

1 Crónicas de un ex fumador pensante I

Desde que he dejado de fumar le echo la culpa a mi ex-vicio de todo lo que me pasa.

Me sale un granito debajo del ojo y estoy convencido que ese granito es la manera con que mi cuerpo expulsa cosas nocivas por donde puede. Nicotina perversa acumulada bajo mi retina esperando paciente el día del estallido. ¡Fuera, fuera de mí! Por ejemplo.

Pues el otro día me dio un síncope. Sí señores, a mi solito: un señor síncope. Yo pensaba que los síncopes sólo le daban a las hermanas Gilda de Vázquez (Hermenegilda y Leovigilda), y a La dama de las Camelias, de Alejandro Dumas hijo, y que consistía basicamente en una especie de desmayo aparatoso hacia atrás y hacia abajo. Después llega don Julio a escena, llama al servicio y al final Fermín, el mayordomo, aplica las famosas sales a la interfecta hasta su esperada recuperación.

Pues no. No es así.

Un síncope es que por ejemplo te cuenten un chiste -mi caso- y te descojones de tal manera que de la risa pases a la tos, una tos tremebunda, descontrolada. Como la tos no permite a los pulmones almacenar oxígeno, este no llega al cerebro y el muy listo del cerebro desconecta. Uno se queda blanco, luego amoratado, con los ojos fijos, sin emitir un sólo ¡Ay! y sin sentir nada. Si estás de pie te caes y la caida hace que todo vuelva a funcionar al poco. Pero si estás ya tumbado te expones a que los circundantes aprovechen y te metan una buena somanta de hostias en su afán de despertarte. La verdad es que no te enteras de las bofetadas, pero corres el riesgo de que marquen algún anillo.

Todo esto me lo explicó el médico de urgencias, asegurándome que mientras la cosa no tenga segundas con el corazón. la cosa no reviste mayor gravedad. ¡Qué bonito, esto del síncope!

Aprovechando la ocasión, mi querida jefa acaba de llamarme para decirme que sólo se me ha apuntado un alumno para mi curso poético de septiembre, y que con esas no se abre el taller. Vamos que me vuelvo a quedar otro septiembre más en el puto paro total y sin recibir un puto duro. Lo que significa que si no me salen un par de bolos ya mismo y me pagan lo que me deben algunas revistas me veo otro mes abocado al sablazo y a quedarme en casita cazando arañas.

¿Porqué no me habré dedicado al baile hindú o al ballenato sabrosón, como los de la Academia frente a mi casa, que todos los días tienen lleno? Afortunadamente el haber dejado de fumar representa 90 uros de ahorro al mes, seré desgraciao...

1 comentarios:

  1. Yo también sufrí un síncope parecido. Tras ello, me di cuenta de que morir debe de ser algo parecido: un apagón eterno. También me di cuenta de que la tripabunda es la tripabunda, y de que los muertos de risa somos unos gorilones.

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